Fuerte asedio a un bastión del patriarcado. La Cámara Civil avaló a la Inspección General de Justicia en su decisión de ordenar al Jockey Club la aceptación de socias mujeres
Foto: Guadalupe Lombardo
Fuerte asedio a un bastión del patriarcado
La Cámara Civil avaló a la Inspección General de Justicia en su decisión de ordenar al Jockey Club la aceptación de socias mujeres
Por Mariana Carbajal
La Cámara Civil avaló la decisión de la Inspección General de Justicia
(IGJ) que obligó al Jockey Club, una de las entidades deportivas más
tradicionales y conservadoras de la Ciudad de Buenos Aires, a remover
todas las barreras que impiden que tenga mujeres socias. El tribunal
no puede soslayar que la redacción que contiene el artículo 23 del
estatuto del Jockey Club, al mencionar: socios, hijos, sobrinos, nietos y
yernos (pero no menciona a las nueras) sugiere con suficiente grado de
certeza que la afirmación que hicieron el presidente y secretario general de
la institución, en cuanto a que no hay restricción al ingreso para mujeres,
no se corresponda con lo que efectivamente sucede en el club, sostiene
el fallo. Entre sus más de seis mil asociados no hay ni una sola
mujer, advirtió la IGJ en su presentación ante la Justicia. La única figura
femenina que históricamente ha estado presente en su sede social, antro
machirulo por excelencia, es de mármol y bronce: la Diana de Falguière, la
escultura-símbolo del Jockey Club, que se puede ver apenas se ingresa a
la institución.
La resistencia del tradicional club porteño a permitir el ingreso de socias es
llamativa a esta altura del siglo XXI. A la sede social, sobre la avenida
Alvear y Cerrito, históricamente las mujeres tuvieron prohibida la
entrada: ahora solo ingresar al comedor y siempre que sea en
compañía del socio familiar.
La IGJ había notificado al Jockey Club que debía abstenerse de realizar
cualquier práctica que importe la restricción de acceso de mujeres a la
condición de asociadas de la institución. Además, le había ordenado que reglamente
detalladamente el mecanismo de presentación de solicitudes
de afiliación y el tratamiento de las mismas, ello a los efectos de que las
personas interesadas, independientemente de su género o condición
sexual, puedan iniciar el trámite.
El Estado Argentino asumió diversos compromisos internacionales, entre
los que se encuentran la de condenar la discriminación contra la mujer en
todas sus formas. La restricción contra determinado grupo en razón
del género, al que se impide de hecho el pleno ejercicio de sus derechos
por sus características innatas, al margen de los méritos o
comportamientos individuales, afecta en definitiva la propia dignidad del
ser human;, agregaron.
La IGJ fundamentó su decisión en que en el seno del Jockey Club
existían situaciones de patriarcado, misoginia, restricción y discriminación,
lo que difería de lo informado por sus autoridades. En efecto, el Jockey
Club había informado que no existían restricciones para el acceso de
mujeres a la entidad. Pero casualmente no tenía ninguna. Y como no tenía
socias mujeres no podía cumplir con otra imposición de la Inspección que
es que los órganos administrativos de las asociaciones civiles tengan
conformación paritaria. Para ingresar a la comisión directiva, el Jockey
Club exige un mínimo de diez años de antigüedad, condición que de
ninguna manera podía cumplir ninguna mujer porque, en definitiva, no
tienen ninguna socia.
La sede social del Jockey Club se encuentra ubicada en la avenida Alvear
Nº 1345, en uno de los rincones más elegantes de la ciudad de Buenos
Aires, frente a la embajada francesa. Fue fundado en 1882 por Carlos
Pellegrini --quien luego encabezaría la presidencia de la Nación --
“secundado en la empresa por un entusiasta conjunto de caballeros
representativos de la actividad política y económica del país” --según
destaca la reseña publicada en la web de la propia entidad—con la idea de
“dar origen en nuestro medio a una entidad capaz de organizar y regir la
actividad turfística nacional”.
Tiene en la actualidad dos sedes más en San Isidro, provincia de Buenos
Aires, en las que se distribuyen un campo de golf de 80 hectáreas,
canchas de tenis, paddle, y vóley, tres piletas y un gimnasio cubierto y
dentro del predio del Hipódromo, el club cuenta con siete canchas de
polo. Las mujeres pueden ingresar para usar las instalaciones
deportivas pero no como socias plenas: si como “adherentes” al ser
“esposas” o “hijas” o “nietas” de los socios.
Comentarios
Publicar un comentario