Qatar 2022: el Mundial de la vulneración de los derechos humanos

 Por Sara Serrano

Según datos publicados por The Guardian, cerca de 6500 personas habrían fallecido desde 2010 en las obras para la construcción de las infraestructuras del mundial. Las obras se produjeron bajo condiciones extremas, con temperaturas que podían alcanzar los 50 grados centígrados.

A pesar de tratarse de muertes laborales, estos fallecimientos son catalogados por las instituciones cataríes como muertes naturales, lo que implica que las familias no tienen derecho a recibir indemnización alguna por parte de las autoridades o las empresas.

De hecho, Human Rights Watch ha demandado a la FIFA y a Catar para que indemnicen a los familiares de los trabajadores muertos en las obras del Mundial. La organización ha elaborado un informe en el que relata la experiencia de 90 obreros de la construcción. En él denuncian la explotación laboral a la que estaban sometidos, el impago de salarios, el endeudamiento al que tenían que hacer frente para pagar su estancia en Catar o la muerte de muchos compañeros por inanición, es decir, de hambre.

Por su parte, Amnistía Internacional, ha documentado los abusos sufridos por los miles de migrantes procedentes de Kenia, incluyendo el trabajo forzoso en sectores como la construcción, el trabajo doméstico o la seguridad.

Tal y como cuenta Fonsi Loaiza en su libro, 'Catar, sangre, dinero y fútbol' a 3 meses del Mundial, el régimen de Catar detuvo y expulsó a 60 trabajadores que participaron en una protesta contra los impagos y las condiciones esclavistas. Llevaban 7 meses sin cobrar sus sueldos y trabajaban a más de 40 grados en jornadas laborales de hasta 18 horas. La manifestación se convocó frente a las oficinas de la empresa Al Bandary International Group, una constructora que había levantado complejos de lujo, parques acuáticos o rascacielos en todo el país.

Las mujeres, que suponen un 25% de la población, son sistemáticamente discriminadas. Según un informe de Amnistía Internacional, el sistema de tutela masculina, hace que las mujeres no puedan tomar decisiones vitales clave como casarse, estudiar, trabajar en muchos puestos del gobierno, viajar al extranjero o recibir algunos servicios de salud reproductiva sin el permiso de su tutor varón. Además el sexo fuera del matrimonio es ilegal [quedarse embarazada estando soltera puede suponer penas de cárcel], la violencia de género no está contemplada en el código penal y el divorcio supone para las mujeres la pérdida de la tutela efectiva sobre sus hijos.

Además, el régimen catarí alienta la homofobia y la persecución de personas del colectivo LGTBI. Su Código Penal castiga con hasta siete años de cárcel las relaciones homosexuales. En concreto su artículo 296 especifica los delitos de "conducir, instigar o seducir a un varón de cualquier manera para que cometa sodomía o disipación".

Recordemos también que Catar mantiene la pena de muerte, sobre todo para delitos de espionaje. Sin ir más lejos, el pasado mes de febrero, el emir detuvo la ejecución de un tunecino declarado culpable de asesinato.

En el país impera un régimen de censura que impide que se informe sobre determinados temas contrarios a los intereses del emirato. Y la situación no ha mejorado con el Mundial, de hecho, hace tan sólo un mes, el emir aprobó por decreto una ley que pena con hasta 27.000 dólares de multa y cinco años de cárcel a quién difunda noticias falsas.

 





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